Julia Mendoza Peláez inicia sus estudios de arte en la Escuela de Bellas Artes de México; más tarde, fiel a su inquietud artística, viaja a los Estados Unidos y permanece un año en el Centro de Artes Pair School en New Haven, Connecticut, donde realiza trabajos de grabado. Después, fija su residencia en París, donde permanece siete años, continuando sus estudios de arte en la Universidad de la Sorbona. Durante una visita a Andalucía, se enamora de Málaga, de su sol y de su luz, y se queda allí hasta que en 1974 es invitada a exponer en Canadá, presentando dos exposiciones, una en Toronto y otra en Ottawa.
Su trabajo en Málaga es muy variado e investiga con diferentes formas de expresión. En octubre de 1978, vuelve a Canadá y presenta en el Centre d'Art du Mont Royal, en Montreal, sus trabajos sobre acero y cristal. Posteriormente, es invitada por el gobierno alemán y parte a Lübeck (Alemania) con una beca de investigación. Más tarde, expone en Osaka (Japón) y Francia.
"Las imágenes en mi pintura solo existen cuando el observador, con su percepción, las crea, conectando de esta manera con su subconsciente y alcanzando símbolos arquetípicos, hasta llegar a través de la luz y el color a su propio mundo interior."
- Julia Mendoza
De inquietantes manchas que a veces alucinan por su inspiración cinética, la pintura de Julia emerge de una materia en suspensión levemente sugerida, y por tanto en dispersión. Componer ese puzzle y darle sentido de unidad de dentro a fuera es, sobre todo, un ejercicio de equilibrio tenaz y de autodisciplina, pues ¿qué hay más difícil que armonizar lo aparentemente inarmónico o enlazar cabos que en apariencia no se corresponden?
Sentir y saber volar hacia afuera, como un arranque azul, o rosa, o gris, al torrente plástico entrevisto o presupuesta desde el sentimiento, desde el pensamiento. Pero Julia tamiza. Selecciona su propia fragmentación antes de dominar el campo de la mancha. Es capaz de entreverar. Por eso su abstracción ideal o física se nos aparece allí de la contemplación casi mística de la propia realidad. Surgir es, creo, la visión adaptada de la propia abstracción.
Pero ¿qué ocurre a continuación y cuál es la posición del creativo una vez saldada la frontera entre realidad y abstracción, entre intimismo y extroversión? La complicidad del acto creativo no se reduce exclusivamente al campo emocional como se ha querido insinuar, sino a intentar ver el distancie y a veces oculto sentido de la realidad misma que muy caprichosamente se propugna sentido de realidad exacta.
Son razones y razonamientos que han de valorarse para entender lo que pasa y cómo pasa: cuando alguien afronta ese terrible momento donde el individual enfrenta el lienzo en blanco. ¿Qué ejército de ideas pueden posesionarse de él a poco que la libertad de creación no le oponga el torrente de la sensibilidad personal y la carga del intimidad que forman las hebras del corazón? De ese mundo de valores interiores que germina en la elocuente obra de Julia se intuye, sin duda alguna, un formidable potencial de la abstracción, lo fantasma de intervenir en el desarrollo del nuevo discurso estético que invoca.
JULIAN SESMERO - Crítico de Arte "Diario Sur"
Penetrar en la pintura de Julia Mendoza es como penetrar en el mundo de las formas infinitas y de los conceptos trascendentes, consiguiendo su arte expresivo, dentro de cada obra, formas extrañas y personales. Parecen tres vivos de cuyos márgenes surgen figuras misteriosas dentro de una concreción no acabada, y de una abstracción que emerge inevitable del color y de la forma. Buscar largos y sinuosos caminos, que confluyen y se yuxtaponen como enredados en busca de una razón fuera de la razón. Hay como una evasión de la vida dentro de la vida misma. Hay como una sublimación del color y de la forma que hace que el espíritu contemplativo adivine sensaciones infinitas, al sumergirse, libre de fronteras, dentro de cada obra. Tan perfecto es su equilibrio entre temática y técnica que constantemente invita a una contemplación de los abismos cósmicos y existenciales.
IVÁN DE ALVARADO - Crítico de Arte
Una gran serenidad se desprende de la obra de Julia Mendoza comunicando al espectador un mundo misterioso que le desconecta de la realidad exterior para transportarle a un mundo de sueños y sensaciones...
PETER HOLM - Crítico de Arte. Lübeck (Alemania)
Julia Mendoza es evocadora. Esparcir agua o salpicaduras, tener presente el color de los ocasos, dar vida a un árbol solitario y triste —sin pájaros— es quemarse al sol de barlovento y saciar con un buche marino toda la sed de la imaginación. Hay horizontes sin vida y horizontes plagados de promesas. Julia toca la esperanza y nos deja con el sabor de la fe en la inventiva: un toque en el metal y salta la figura.
PABLO CHAURIT
La obra de Julia Mendoza se define como Impresionismo Abstracto, con formas humanas y rostros que emergen gradualmente. Ella cree que la luz y una energía mental inexplicable influyen en la percepción de sus obras, donde las caras se forman sin ser pintadas deliberadamente.
Mendoza relaciona estas mutaciones con la física cuántica, notando que nuevas caras pueden aparecer años después. Prefiere colores pastel, solo delimita figuras sin cambiarlas, y ha explorado el batik indonesio.
Como artista polifacética, ha estudiado diseño y moda en Nueva York, e investiga sobre arte, creyendo que los artistas deben expandir sus conocimientos a nuevos campos.